MIEDO- LEIVA

TENGO MIEDO, MIEDO MIEDO MIEDO… NO ME GUSTA PENSAR QUE TE TENGO MIEDO…

Ese día no tenías nada que decir porque estaba todo dicho. Tampoco sueles hablar mucho. Igual la verborrea incesante que experimentaba contigo servía única y exclusivamente para llenar los silencios que te emperrabas en fabricar. Quedabas por encima con las acciones decías. Yo nunca hice nada decías… Pero no dejé de hablar.

Tengo que confesarte que las veces que desconecté fue por no escuchar el mismo discurso de culpas una y otra vez. Miraba la luz que iba desapareciendo y el frío (que se puede mirar si, pero solo mientras hablas y no se te escucha)(de otra forma habría estado demasiado concentrada en idear algún tipo de respuesta coherente que a parte de sentido tuviese fuerza y el clic que te hacía falta para verme bien)

Porque vale que es un cliché eso de idealizar y no entender a la mujer amada pero si no la entiendes no puede ser amada. Tampoco soy una mujer. Supongo. Osea aquí si lo soy, allí no.

Es gracioso que seas la persona que mejor me conoce y a la vez pienses que soy irrompible. Pierdes entonces todo tipo de perspectiva y buscas en recuerdos borrosos el momento en que se fundió mi barrera con la idea que tenías de mi. Que sí, que está muy bien querer parecerte a todo lo bueno que ven en ti. Pero al igual que las malas impresiones no siempre son acertadas las buenas pueden no serlo. Y sí, las cosas casi siempre son lo que parecen, yo no iba a ser más. (ni menos…)(!!)

Pero es importante saber que nadie puede conocerte mejor que tu mismo.

Sigue buscandote.

Yo ya estoy perdida.

 

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